Irónicamente, en el vacío es donde me siento más segura, en la indiferencia.
Quizás porque allí no peligro de ojos negros y caricias idealizadas.
No temo futuras visiones de ambos abrazados cuando, en realidad, existen miles de kilómetros inmateriales hasta llegar a ti.
Millas y millas hasta llegar a tu boca y morderla, así como lo he hecho noche tras noche en la cama aunque no tú no lo hayas presenciado, así como lo quiero hacer si no es que consigo controlar lo que me quema.
Aquello que me incendia es, al mismo tiempo, aquello que me apaga.
Es lo que me lleva a mirar a la nada siguiendo, así, el círculo vicioso.
Quizás porque allí no peligro de ojos negros y caricias idealizadas.
No temo futuras visiones de ambos abrazados cuando, en realidad, existen miles de kilómetros inmateriales hasta llegar a ti.
Millas y millas hasta llegar a tu boca y morderla, así como lo he hecho noche tras noche en la cama aunque no tú no lo hayas presenciado, así como lo quiero hacer si no es que consigo controlar lo que me quema.
Aquello que me incendia es, al mismo tiempo, aquello que me apaga.
Es lo que me lleva a mirar a la nada siguiendo, así, el círculo vicioso.
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