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¿Nunca habéis sentido que no ha merecido la pena?. Que has descubierto, sorprendentemente, o no tan sorprendentemente, que todo por lo que has estado luchando, por lo que te has estado dejando la piel, ha tenido como recompensa aquello que más temías encontrar al final del camino...

Nada. Absoluta, solitaria y estúpida nada.

Después de saberlo es cuando viene el dolor, el cansancio, la rabia, la impotencia...
Sobre todo la impotencia. Sabes que has puesto todo tu empeño, que has dado todo de ti. Y, ¿para qué? Lo único que has conseguido es caer, sentirte vacía, herida.

Pero, al fin y al cabo, se trata de fallar mil y una, acertar mil y dos y, si puede ser, levantarse mil y tres. Creo que hasta ahora todos hemos probado el sabor amargo de la derrota. Aun así todos vamos a tener que pasar por esto. Ya sabéis lo que suelen decir, después de la caída vendrá el impulso, después de este, vendrá el salto y finalmente la muy esperada recompensa.

Sin embargo, el mejor sabor no se encuentra en el 'dulce' de una victoria no merecida, sino en el agridulce del impulso después de una dura caída.

4 comentarios:

  1. muy cierto... muchas veces no es la recompensa si no el camino recorrido.. El premio es la consecuencia, pero tenemos que disfrutar con nuestros actos

    Un besoo

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    1. Exacto, un beso y muchas gracias por tu comentario. :)

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  2. Me gusta mucho tu blog y a partir de ahora: te sigo.
    Enhorabuena! Es genial!
    Yo también tengo uno: http://leerimaginarescribir.blogspot.com.es/

    Espero que me visites, que me comentes tu opinión sobre el y que me sigas como yo e echo contigo.
    Gracias. Besos.

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    1. Hola cielo, me alegro mucho de que te guste. Tienes una seguidora más y ahora mismo me paso por tu blog un besazo y gracias a ti, claro.

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