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Carta a un sueño roto.

Nada menos que respirar a tu lado. Era tu héroe cada día. Me salvabas en el infierno y me llevabas al cielo. Lo que queríamos ser y éramos. Porque sin ti todo es bastante diferente, ya no hay restos de café molido en el suelo, tampoco hay sueños de los cuales tú y yo nos alimentábamos cada día. Parecíamos y nos sentíamos tan grandes, tan llenos de ilusiones las cuales hoy yacen rotas en un cuarto de recuerdos aun sin contemplar. Pero todo es así, todo tiene un principio y también un final. Todo puede parecer tan correcto y a la vez tan incorrecto. Aun así las piezas, nuestras piezas, encajaban a la perfección. Sin embargo pudo ser cosa del destino, o de la casualidad tal vez, que las piezas empezaron a desencajarse, las ilusiones a tornarse de un gris monótono y nuestro "nosotros" se convirtió en nada. 

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